Marcos Tulio Carrillo

55 años

El 31 de marzo de 2016, el alcalde del municipio La Ceiba, Trujillo, recibió 8 tiros cuando estaba en la puerta de su casa. Fue sorprendido por dos sicarios. Para su esposa no ha habido justicia

Mercedes aún llora el asesinato de “un hombre de pueblo”

Hay quienes dicen que la familia se escoge. A un año del asesinato de Marcos Tulio Carrillo, alcalde del municipio La Ceiba de Trujillo, Mercedes Durán todavía está de luto. Ella no es su madre, ni su esposa, ni su hija. Es una trabajadora de la alcaldía que consideraba a Carrillo como un padre. Mercedes y el resto de los habitantes de la parroquia Santa Apolonia, una de las doce más violentas del país, viven aterrorizados por el auge delictivo que el Estado no logra detener

Vanessa Moreno Losada

 

La entrada del municipio La Ceiba del estado Trujillo es una calle de doble vía separada por una isla que funge como caminería. A cada lado, las casas se intercalan con locales comerciales y el deterioro de las fachadas es una primera señal de abandono de esta comunidad ubicada, al oeste del país y  a 700 kilómetros de Caracas.

Santa Apolonia es una de las parroquias más peligrosas de La Ceiba y de toda Venezuela. En 2013 se registró una tasa de 216 homicidios por cada 100.000 habitantes, según el último Anuario de Mortalidad divulgado por el Ministerio de Salud.

Los vecinos aseguran que los comerciantes, desde un heladero hasta un hacendado, son extorsionados por las bandas delictivas que operan en la zona. Para ilustrar la zozobra con que viven, los habitantes de Santa Apolonia recuerdan: “Hasta un alcalde mataron aquí”.

Aunque las estadísticas y la percepción de inseguridad deberían mover a la precaución, la sede de la Alcaldía de La Ceiba pasa inadvertida entre las viviendas y establecimientos comerciales que la rodean. Desprovista de cámaras, cercos y cualquier otro mecanismo de seguridad que se supone debería estar instalado en la principal oficina del municipio, es una estructura de dos pisos, más profunda de lo que la anchura de su fachada asoma, y con poca iluminación en su interior. Un cartel corona el dintel del portón marrón e identifica a Marcos Tulio Carrillo como el alcalde del municipio La Ceiba.

Pero él ya no es el mandatario local. Lo asesinaron el 31 de marzo de 2016. Ocho tiros, siete en la cabeza y uno en el pecho, lo sorprendieron cuando esperaba sentado que alguien le ofreciera chimó para masticar a las puertas de su casa, a pocos metros de la sede de la alcaldía. Ni el sonido de la moto, ni el grito de su nombre en boca de los dos sicarios le causó alarma.

Mercedes Durán es una empleada de la alcaldía que conserva con fervor la memoria del alcalde asesinado. “Ella es la que más lo llora”, dicen sus compañeros de trabajo cuando se les pregunta por el más allegado a la víctima.

“Para mí ha sido muy fuerte. No sentí tanto la muerte de mi padre como la de Tulio. Es que fue algo inesperado. Fue un patrono muy … No, no puedo hablar. Todavía me duele que se lo hayan llevado”, dice entre sollozos Mercedes, quien labora en el Departamento de Tesorería de la Alcaldía de La Ceiba.

Mientras habla sostiene con sus manos, marcadas por las manchas y arrugas de sus casi setenta años de edad, un recorte de periódico con un titular que reza: “Se fue un hombre de pueblo”. Es una nota que publicó la prensa local el día que fue enterrado su jefe.

 

El alcalde de La Ceiba fue asesinado en la entrada de su casa. Foto Iván Reyes

En el pueblo dicen que la confianza mató al alcalde. “Él era una persona muy humilde y se confiaba mucho. Todos los días se sentaba frente a su casa. Daban las 11:00 de la noche y estaba ahí con la gente. En ese sitio él resolvía problemas. Él lo hacía porque todo el mundo lo conocía. Era muy popular”, recordó Jaime*, un sexagenario de Santa Apolonia.

En ese espacio donde mataron a Carrillo estaba su segunda oficina. Los lugareños no tenían que tomar cita para poder hablar con el alcalde después de las seis de la tarde, solo debían ligar que otros vecinos no acapararan su atención.

Lo que para Jaime era don de gente, para Delvis Godín, amigo del alcalde asesinado, era una temeridad. “Nosotros teníamos que cuidar mucho a Tulio, porque él no quería escolta. Lo obligábamos a usarlos en algunos actos públicos. Llegó un momento en que si uno le decía que se cuidara él decía que lo dejáramos quieto, que no iba a cambiar ya. Iba y se sentaba fuera de su casa, en una silla o en el suelo, con camiseta y cholas”, describió Godín, quien trabajó con Carrillo en la alcaldía y actualmente es jefe de las Unidades de Batalla Hugo Chávez en el municipio.

De carnicero a alcalde

“Él era un hombre de pueblo”, repite Juan Pazos, periodista especializado en la cobertura de la fuente Sucesos, en el Eje Panamericano de Trujillo, que incluye al municipio La Ceiba.

Marcos Tulio Carrillo nació en la parroquia Santa Apolonia, al igual que sus siete hermanos. No llevó el apellido de su padre, Juan Agustín Peña, y nadie habla de eso. Su primer empleo fue en una popular carnicería, propiedad de Dilcia Valera.

“No tenía la preparación académica de otros políticos de la región. Por ejemplo, del alcalde del municipio Rafael Lander, que es abogado, y de su predecesor en la alcaldía de La Ceiba, Nordy Perozo, que es ingeniero. Él no tenía un grado académico muy alto, pero estaba acostumbrado a lidiar con labores de campo”, continúa Pazos.

El alcalde asesinado obtuvo el título de Técnico Medio en Agropecuaria en la Escuela Técnica Agropecuaria del municipio Miranda. Trabajó en varias haciendas de La Ceiba, principal fuente de empleo en la zona y luego en la administración pública.

 

La sede de la alcaldía de La Ceiba todavía tiene el nombre de Marcos Tulio Carrillo en la entrada. Foto Iván Reyes.

En medio de la cría de animales, Carrillo conoció a Luz Barreto, quien se convertiría en su esposa. “Mi mamá había muerto y yo estaba sola. Él me dijo ‘Lucha, vamos a casarnos’ y yo le dije ‘¿será Tulio?’. Comenzamos a trabajar con la cría de pollo y cerdo, para reunir. Nos casamos en 1988”, recuerda la mujer con la que el difunto alcalde contrajo matrimonio, tuvo su única hija y compartió 28 años de casado.

Él y su esposa instalaron una carnicería en la casa donde ella nació, la misma donde él fue asesinado. La viuda cuenta que la atención cordial que Carrillo brindaba a sus clientes y los precios por debajo de los de la competencia convirtieron el negocio en uno de los más concurridos de Santa Apolonia. Desde ese mostrador, se habría ganado el aprecio de los que luego votarían por él.

“Uno iba a la carnicería y lo que hacía era echarle broma a uno. Que si cómo están las novias, que si cómo está la familia, que si ya uno se iba a casar. Todo el tiempo era un juego. A veces, tenía problemas en su casa porque, si a alguien le faltaba dinero para comprar, él le ponía la plata. Era muy buena gente”, agrega Godín.

Después de las asonadas golpistas de 1992 que catapultaron a Hugo Chávez en la política venezolana; su partido, el MVR 200, se coló hasta Trujillo y con éste el sentimiento “revolucionario” que conquistó a Marcos Tulio.

- No te metas en eso Tulio, ese hombre mató gente en Caracas- le dijo la mujer a su esposo treintañero.

-Tranquila Lucha. Chávez es el que va a cambiar el país- fue su respuesta, el día que partió a su primera reunión de partido.

La viuda recuerda que desde ese momento no hubo vuelta atrás para Carrillo. Quedó marcado por la promesa de la “revolución”, con la que Chávez conquistó a miles de venezolanos, alcanzó la Presidencia en 1998 y mantuvo su poder durante 15 años. “Nadie ni nada le apagó las pilas por la revolución y la disciplina política”, comentó su esposa.

El alcalde asesinado fue activista por el derecho a la tierra de los campesinos trujillanos. Fue director de la Alcaldía de La Ceiba en la gestión de Nordy Perozo. Pasó por la Secretaría Municipal y también tuvo el cargo de prefecto. En 2008, Chávez lo candidateó para mandatario local; fue electo en los comicios regionales de ese año y reelecto en 2013.

 

La carnicería familiar fue abandonada al año y medio del ascenso de Carrillo a la Alcaldía. Su esposa se incorporó al área social del Instituto Municipal de la Mujer, y su hija Bárbara, una vez cumplida la edad para trabajar, fue secretaria en la oficina de su padre.

Tras casi tres décadas viviendo con Carrillo, para su esposa nada es igual. Dice que extraña tomar café en las mañanas con él, la bondad con la que trataba a la gente, el brillo de sus ojos al ver a su nieto, la disciplina en su trabajo y la dulzura de la hija única, que ahora se convirtió en rabia y mal humor. “A veces pienso que si él no se hubiese metido en la política todavía lo tendría conmigo”, exclamó.

“El Chávez de Trujillo”

En las paredes de la sede de la alcaldía La Ceiba  se exhiben imágenes del ex presidente Hugo Chávez y del ex alcalde Marcos Tulio Carrillo. En ellas no figura el nuevo mandatario municipal, Rafael Landaeta.

Una de las oficinas pareciera ser una capilla cuya figura de adoración es un hombre con rostro ovalado, piel tostada y cabeza cubierta por una gorra: Marcos Tulio Carrillo.

Él y Chávez comparten están retratados en un poster colgado junto a la puerta y en el que domina el rojo por sobre el tricolor de la bandera venezolana. Al lado hay un papel en el que se lee un discurso del alcalde acompañado por una copia de su cédula de identidad.

Destaca una repisa convertida en un altar. Un vaso de agua, algunas fotos del fallecido  y una vela consumida. Son los símbolos que Mercedes Durán dispuso para recordar a quien dice que en vida la trató más como su familia que como una empleada.

 

Los empleados de la alcaldía le hicieron un pequeño altar al fallecido dirigente. Foto Iván Reyes.

Mercedes recuerda que su cariño hacia Carrillo nació cuando él le permitió mantener su trabajo en la Alcaldía, en la que había sido empleada por 12 años, creció al mostrarle respeto por su trabajo y se fortaleció cuando sintió que él había depositado su confianza en ella.

“Gracias a él es que uno está aquí. Tengo mucho que agradecerle. Fui de un período a otro período y él me dejó. Yo fui mucho de confianza de él, de cualquier cosa, él le brindaba a uno mucha confianza”, manifestó Mercedes, al recordar las razones por las que ella lo aprecia entrañablemente.

Los compañeros de trabajo de Carrillo aseguran que su dedicación al trabajo no solo le quitaba el apetito, hasta el punto de tener que perseguirlo para que comiera; sino también le truncaba el deseo de tomar vacaciones. “Eso es perder tiempo”, recuerdan que decía.

“A la 1:00 pm ya uno sabía que él iba a llegar de las obras. Iba a la oficina mía y me preguntaba si tenía agua y yo siempre le tenía su vaso de agua. Eso no se me ha quitado, son creencias de uno y le mantengo su vasito allí. También todos los domingos lo visito en el cementerio”, indicó Mercedes.

Humildad y disciplina son los otros valores que los deudos le atribuyen a Carrillo. “Un día, estábamos en una de las obras, llegaron unas personas muy bien representadas y me dijeron ‘amigo, nos dicen que el alcalde se la pasa por aquí’ y yo se los señalo y les digo que allí está. ‘No, de verdad, estamos buscando al alcalde, a Tulio’, me respondieron. No podían creer que ese hombre de ruedo recogido y de ropa sencilla fuese el alcalde”, narró Godín.

“Las obras”. Esta frase es recurrente entre los trabajadores y habitantes del municipio La Ceiba cuando se les increpa sobre la gestión de Marcos Tulio. Aseguran que antes de su llegada a la alcaldía las condiciones de la localidad eran muy precarias: calles de tierra, poca iluminación, canchas deportivas improvisadas y problemas con la distribución del agua.

“Fue una persona que lo que quería era porvenir para su pueblo. Fue pueblo por pueblo levantando electricidad, vialidad, agua, incluso le daba donaciones  a la gente. Fue un patrono muy… no tengo palabras. Y la falta que hace en el municipio”, continúa Mercedes.

Para el alcalde asesinado lo que dijera Chávez era santa palabra. Por eso, inculcó a los suyos disciplina y obediencia, tal como Chávez, militar de carrera, le exigía a sus seguidores. Un año después de su muerte, para sus trabajadores las palabras y consejos del difunto alcalde siguen siendo un mandato que debe cumplirse, incluso por el nuevo mandatario.

“Teníamos un respeto muy grande por él. Hizo de nosotros una familia, pero también era exigente. Era como Chávez para nosotros”, apuntó Godín.

El último mandato

La última exigencia que hizo el alcalde a Godín fue que moviera una nevera, con la que debían mantener refrigerados los pollos que la Alcaldía vendería en una jornada nocturna en la parroquia 3 de Febrero, el 30 de mayo de 2016, el día en que Marcos Tulio Carrillo fue asesinado.

“Me dijo que ya lo había pedido dos veces, que se iba a dañar. Por eso fuimos rápido y la cambiamos al sitio que nos pidió. Le pregunté si vendría con nosotros a la jornada y dijo que no, que estaba cansado. Había llegado de Valera de comprar el alimento para los pollos”, recordó sobre la última vez que lo vio.

Cuando la jornada estaba en pleno apogeo, a las 8:00 pm, una conocida de Godín le dijo que habían asesinado al alcalde. “Los policías se pusieron tensos. Nosotros no creíamos eso, ¿matar a un alcalde?, ¿matar a Tulio? Si nosotros somos La Ceiba, primero por Dios y después por Tulio”, exclamó.

Esa misma noche, los cuerpos policiales dieron muerte a cuatro hombres que presuntamente estuvieron involucrados en el homicidio del alcalde. Las semanas siguientes detuvieron a Hamlet Josué Rivero Moncayo, Fidel Ramón Ortega Olivar y Nelson Vásquez; en mayo de ese mismo año capturaron a Carlos Luis Alvarado Pava y, finalmente, el 30 de marzo de 2017 aprehendieron al supuesto autor material del crimen: Keivis Ramón Rodríguez Valbuena.

“El municipio no está conforme con esa justicia, porque fue un año después. Uno no sabe qué pasó con eso, no se estableció algo. Esperamos que el Gobierno le explique a La Ceiba qué pasó o por qué permitieron que pasara eso, porque él era un pilar fundamental de la revolución y no lo cuidaron”, reclamó Delvis Godín.

Mercedes guarda en su puesto de trabajo varios artículos de periódicos, en los que se reseña el curso de la investigación, enjuiciamiento y sanción del crimen. La labor de policías, fiscales y jueces no son suficientes para Mercedes y siente que no ha habido la justicia que merece su alcalde, el hombre al que todavía llora.

 

 

* Nombre ficticio. La fuente pidió se resguardara su identidad